Alfonso
AMLO es peor que López Portillo

Pocos recuerdan que el sexenio de José Lopez Portillo (JLP) estuvo lleno de contrastes. En sus primeros años, la economía mexicana creció a tasas del 8 y 9 por ciento, tasas aceleradas debido a que comenzó a trabajar a plenitud el yacimiento petrolero de Cantarell, en una época en la que los precios del petróleo eran altos. JLP dobló sus apuestas al petróleo y endeudó a México irresponsablemente. Posteriormente, los precios del petróleo cayeron ante el descubrimiento de yacimientos en Medio Oriente y ante una menor demanda por el hidrocarburo ante el temor de una recesión global. JLP reaccionó como populista y nacionalizó a los bancos, agudizando la crisis mexicana y sellando un nefasto legado económico que afectó a los mexicanos por al menos una generación.
La apuesta de JLP tenía al menos cierto sentido. Sí, llena de incertidumbre, irresponsable y populista. Pero el precio del petróleo estaba en altos históricos. JLP sintió que podía seguir adquiriendo deuda porque el precio del hidrocarburo era cada vez mayor. De no haber fallado en su apuesta, es probable que hoy hubiera sido recordado como una especie de héroe nacional. JLP perdió porque no planificó un escenario en el que el precio del petróleo cayera. Y como la Ley de Murphy, cayó.
Andrés López Obrador (AMLO) es peor porque apuesta sabiendo que va a perder. Cree que Pemex y CFE serán las fuentes de ingreso que financiarán su proyecto socialista. No lo serán. El petróleo y sus derivados van de salida en el uso de energía para darle entrada a las energías limpias y renovables. Esto es un hecho. Son energías cada vez más económicas, eficientes y cuya capacidad instalada crece a tasas exponenciales. Le apuesta a un caballo que no sólo va a perder, sino que ni siquiera terminará la carrera.
En ambos casos, los dos presidentes se enfrentaron a situaciones extraordinarias y ninguno supo cambiar de filosofía e ideología. JLP redobló su error al nacionalizar la banca. AMLO, ante la pandemia era el momento adecuado para entender que necesitaba de la inversión privada, no lo entendió o no lo quiso entender.
En lo que difieren JLP y AMLO es en que AMLO no está incurriendo en deuda, por ahora. Está exprimiendo al máximo a los contribuyentes y enfocando el presupuesto federal al servicio de su base electoral. Esto en lo que la máquina de CFE y Pemex comienzan a funcionar. Eso calcula él. Pero esa apuesta está destinada al fracaso y ante la salida de las inversiones y violaciones al TMEC, su proyecto perderá 'punch'.
La buena noticia es que hoy tenemos dos contrapesos que no existían en la época de JLP. Primero, el TMEC provee un marco de apertura comercial y protección regulatoria a la inversión. Tanto Estados Unidos como Canadá disputarán cualquier violación al acuerdo. Y segundo, el Banco de México es mucho más independiente y técnico que hace 40 años. No permitirá la emisión monetaria para que la inflación salga de control.