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Desconfía de las teorías de conspiraciones




En estos días de incertidumbre, las búsquedas más populares en las redes sociales son las relacionadas a teorías de conspiraciones. De las conspiraciones más populares (y ridículas) están: la tierra es plana, el hombre nunca llegó a la luna, las vacunas son un plan para crear cáncer y luego venderte el tratamiento, o el coronavirus es el resultado de un pleito entre las potencias del mundo.


En este mundo interconectado donde cada quien tiene acceso a una parte de la información y de los recursos, el alcance de un individuo en particular es insuficiente. Lo mismo ocurre con las organizaciones más grandes, como los gobiernos. Son agencias que tienen acceso a más recursos pero su desempeño suele ser ineficiente, burocrático, torpe y lento.


Las conspiraciones son difíciles de ejecutar porque dependen del número de conspiradores, el tiempo que dure la conspiración y la probabilidad intrínseca de que la conspiración falle.


Eric Oliver, psicólogo y académico de la Universidad de Chicago señala "Las teorías de la conspiración son para perdedores. Son personas a las que no les gusta su vida y se sienten incapaces de modificarla por lo que buscan explicaciones sobre cómo funciona el sistema y se sienten bien saber que sus fracasos no son su culpa".


La popularidad de las conspiraciones se debe a los sesgos de proporcionalidad, confirmación y una percepción ilusoria de predicción. Esto es, escuchamos y leemos lo que queremos confirmar, pensamos que las grandes causas tienen grandes explicaciones y son de sencilla predicción.


Nos gusta pensar que el coronavirus y otros acontecimientos son resultado de la voluntad de pequeños grupos secretos y no por eventos caóticos, con resultados difíciles de predecir. Es más atractivo pensar que la historia es una narrativa creada por el hombre y no por la entropía o desorden del sistema.

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